Cuando un escritor muere
«09:11pm», 7 de junio del 2014.
Probablemente el "yo" que proyectaba cuando tenía 12 años estaría disfrutando de una buena noche de fin de semana, saliendo a comer con la familia y/o amigos. O quizá también, estaría en su escritorio con una pila de papeles y libros estudiando su querida carrera de Ingeniería de la cual tiene que rendir unos exámenes.
Probablemente también se encuentre en su escritorio sólo con la lámpara encendida y su computadora mientras escribe algunas líneas, porque escribir siempre fue su pasión y siempre fue su delirio.
Probablemente estaría con muchas más cosas en la mente, como conocimiento en letras, música, pintura...
¿A dónde fue todo eso?
No debo culpar a nadie más que a mí mismo sería, y es, el razonamiento correcto detrás de estas palabras frustrantes. De hecho es mi patético interés por todo, lo que hace que me centre tanto en algo... que me cego de lo demás.
A estas alturas veía un yo más libre y con un sueño tan fijo y alto como el cristo redentor en Río de Janeiro.
No es culpa de nadie más, pero siempre hay algo que dificulta realizar mis cosas... No sé qué es, ni sé por qué se da. Simplemente cuando estoy a punto de llegar, todo se derrumba. Y no, no soy yo... ¡Qué bueno fuera decir que se vino abajo porque me rompí un brazo o porque llegué tarde, etc!
Eran alguien más.
En estos dos últimos años estuve esperando la oportunidad de tomar todo y empezar de cero. Un nuevo país, un nuevo idioma, nueva gente, nuevas oportunidades. Pero lo que seguía siendo igual, era mi familia.
Sentí que mi tiempo fue arrancado para invertirlo en otros más que en mí mismo. Una serie de errores cometidos que, puede que sin que ellos quieran, me llevaron a seguir aplazando mis anhelados sueños. Con el tiempo, encontré otro pasatiempo que absorbió mi interés. Apliqué todo lo que había aprendido en mis dos primeros años en la universidad en mi país. Organización, liderazgo y perseverancia. Pero no era algo de lo que pueda vivir sin preocupaciones. Mucho menos el permitirme otros gustos.
¿El problema?
Lo peor que le puede suceder a un hombre... a alguien quien una vez fue considerado "una mente brillante" entre los demás y que hacía la diferencia. Todo resumido en la siguiente frase: Quedarse sin una meta.
Es patético de mí escribir estas líneas, pero es necesario para cuando quiera ver hacia atrás; supongo. Como es posible que desde niño haber tenido todo marcado, y ahora que ha pasado el tiempo, lo pierda todo. Ya no es sencillo soñar y decir qué planes tengo. Me es pesado, me siento obsoleto, siento que mi tiempo de inversión en mí ya pasó. MALDITA SEA, PASÓ. NO ME JODAN.
¿Por qué siempre tuve que meterme en plato ajeno aunque no lo quería y lo aborrecía?
Dentro de un mes volveré a intentar rehacer mi vida como estudiante, y como profesional... Pero no es lo mismo, ¿entienden?
No es lo mismo porque ya no percibo ese "yo niño", porque ahora ya no veo los mismos sueños. Porque yo quería escuchar un Rodrigo graduado a los 24 años. No que recién empiece a los 22.
No era lo que veía de mí cuando era niño. No eran los tiempos que estimé...
Ahora, media hora después de escribir estas líneas, tengo que ir a mi trabajo. Uno al que tengo que cumplir porque problemas económicos -NO MÍOS- aparecieron y tengo que levantarme. Regresaré a las «06:00am».
Este no soy yo, pero estoy dispuesto a volver a regresar a quien era antes. Trataré una vez más de cumplir mis sueños, no importa fuera de fecha. Pero por favor, no permitas, dios o quien sea que se meta en la mente de los demás, interrumpir mi camino. Que esta vez no depararé en respuesta. Y mandaré al mismísimo diablo todo para hacer solo de mi camino.
No quiero volver a escribir las líneas, de cuando un escritor muere.
Un saludo.