Tal vez..

“Dentro de la pequeña caja de madera estaba, estaba, el soldadito de plomo…”



Como una videocámara que va recorriendo las calles; con la diferencia de que no graba los autos ni las casas, sino un inmenso camino lleno de árboles, ramas, silencio. Inconscientemente se puede atisbar un brillo que viene de un lado, lado izquierdo. Sigue recorriendo el interminable bosque, con las ramas cubriendo el cielo y el silencio, los suelos. El efecto nublado que produce una mirada aún indecisa, pensando y tranquila aturde su conciencia, se pregunta, cuándo llegó aquí y por cuánto tiempo lo estuvo… la respuesta no trae consigo la verdad, te advierto.



Vamos, está cerca, sólo tenemos que caminar hasta llegar a la pequeña montaña de hojas. Un copo de nieve se posa sobre los guantes negros y delgados que llevas puesto, observas, preguntas, piensas… y lo dejas caer sintiéndote ajena al momento, dónde estamos?, nunca lo sabremos pues todo el tiempo no percibimos la realidad concreta. Lo que nos hace “fuertes” entre nosotros pero Vulnerables a nuestra misma tierra. Cinco en punto de la mañana, suspiras y te sientes extrañamente abrigada por el vapor que sale de tu boca, sigues jugando… imaginando.


Amanece y te cuesta creer cómo ves la mañana, lo sé, es perfecta. No tan vacía para dejarte llevar por emociones inconscientes y no tan llena como para pensar por el alguien más. Pero, de qué está llena?, mira… un árbol, dos, tres, cuatro, siete, doce… Yo no.


El camino, no hecho por la Naturaleza, pero marcado por los pasos de varias personas. O, sólo de una sola que pasó por ahí varias veces? Aquí ya no hay nadie, pero no estás sola. Ocho en punto de la mañana y los ligeros rayos del sol que llegan a pasar por la extraña y ligera “neblina”, chocan con tu rostro, contrayendo tus pupilas y secando tus labios. Caminas, caminas buscando lo que llamas, tú, alguien. No se sabe si es camino es largo o si tus pasos son cortos, yo, hasta ahora, sólo sé que el tiempo es el mismo.


Estaba en una línea, o caminando por ella, veía un “punto” (algún objetivo?). Me distraje, para voltear a la izquierda, sin darme cuenta tomé otro rumbo y no estaba perdido. Fue irreal pero latente, sólo caminé observando el espacio auténtico de un orden repentino. Las hojas caían suavemente, movientes afín del viento, miré hacia atrás pero el ambiente extrañamente había cambiado.


Tres de la tarde, a un lado del “camino” me siento y me abrigo yo mismo, con mis brazos, la mirada baja observando una hoja seca, de hecho muy bonita. El viento se puso tibio, pesado, como una mano que me estuviese consolando… recordé esa vez, sólo una vez, que me alborotaron el cabello diciéndome: “déjalo...”. No estoy dormido.


Diez de la noche, terminé echado en mitad de camino, la mirada peculiarmente hacia arriba y allí, dónde yo veía o hasta donde podía, allí, estaba una estrella… hace tiempo no veía la Luna. Me levanté y pareció que de nuevo el viento me ayudó. Dónde estará… la frescura de la noche para caminar, otra vez, sin estar completo y vacío. Dos de la mañana, sabes, me gustaría un día de estos encontrarme contigo.


Buenos días,