No me río... sólo estoy contento.

"Es inesperado... Es como tratar de adivinar y acertar qué habrá doblando la esquina.
En especial si esos lares son nuevos para ti".






Déjame Contarte.
Esos colores del atardecer donde el cielo se pone naranja para luego acabar en un tono rojizo, me hace recordar las burbújas cuando se van apagando, perdiendo su color para luego desaparecer. Esos colores que me hacen sentir mejor la tierra bajo mis pies y me traen algún recuerdo de mi infancia donde me veo haciendo varios aviones de papel y lanzándolos al aire libre. Muchos aviones de papel, realmente muchos aviones.
Claro, no tenía idea de lo que significaba "contaminar", almenos no haciendo aviones de papel. Que nada ofensivos se ven a primera impresión.

Un Secreto.
Seguía yo de niño caminando descalzo, sintiendo el piso frío, recorriendo aquel pasadizo que terminaba en una reja negra y grande. No podía abrirla, era de noche. Muy de noche para mí, que no conocía nada más allá que la esquina de mi casa.
Lloré, y pregunté por mi madre una y otra vez, llamándola, hablando solo, llorando. Ahora ya entiendo cuando dicen: "Si un árbol cae en medio de un bosque, y no hay nadie ahí, no hace ruido".
Cuando estaba ya cansado de llamarla, la ví bajar por las escaleras, mirándome entre sosprendida y tierna. Vaya ternura que reflejaban sus ojos.
Abrió la reja y no hice más que estirar los brazos y apoyarme en su hombro. El pasadizo se hiso extraordinariamente corto, llegué a mi cama en un tiempo increíble. ¿En qué momento pasó? Me recostó y sólo sonrió, no recuerdo que haya pronunciado alguna palabra.
Yo, como buen madrugador, quedé despierto viéndola... No quería dormir, pero esta vez no duré mucho tiempo antes de que cierre mis párpados y no vea mas que esos colores extraños que suelo ver aún. Me dejé llevar por dichos colores y listo! Bienvenido al mundo de los sueños, de lo irreal materializado en tu mente. De tus deseos, cuentos, imaginación y otras cosas más que se rumorean existen.

Los Recuerdos.
Sí, aún recuerdo el sueño... o almenos la parte más importante de él. Estaba yo dentro de una pastilla invisible en medio del universo. Inexplicablemente me encontraba dentro del mismo pasadizo, podía ver esas rejas negra, el universo parecía Infinito, los colores increíbles que pude ver, una gamma de armonía perfecta. No quería nada más que quedarme ahí para observar todo con detalle. En eso tengo la necesidad de tener a alguien más conmigo. ¿Mi madre? Lo pensé muy bien, pero, increíblemente, no era a quien quería. No estaba seguro de quién debería estar conmigo. Entonces sobre aquella reja apareció un reloj digital (o con luces). Ví la cuenta regresiva y realmete faltaba mucho tiempo. Pensé en ese momento, y hasta ahora: "Espero que cuando el reloj llegue a cero las rejas... se Abran".

El Tiempo.
Dentro de ese sueño sólo me limité a echarme, cruzar mis piernas y observar todo a mi alderedor, y hasta ahora no entiendo por qué no podía salir. ¿Qué era esa pared invisible que me envolvía? ¿Algo bueno o malo?
Volví a ver ese reloj en mis pensamientos. Estaba tomando un colectivo lléndome a casa, era de tarde... un color a burbuja. El bus atravezaba un parque, habían pocas personas y me quedé mirando fijamente un punto inexistente. Ví la imagen de aquel reloj por un segundo o dos, lo suficiente para darme cuenta de que estaba a punto de llegar a cero. ¿Qué haría o pasaría? No me sentí inseguro ni con temor, alcontrario, me invadio una sed de curiosidad enorme. Tanta curiosidad que puedes ver el brillo de los ojos en las personas.

Y La Espera.
No quiero apurar a ese reloj, tampoco me gustaría que nunca llegue a cero. Quiero saber qué pasará, qué encontraré, a quién.
Sé que he aprendido muchas cosas, y ahora me toca enseñar y compartir. Tantas cosas que quiero hacer. Te sorprenderías. Hasta yo mismo podría sorprenderme.

De Ahora.
Caminé, pude observar el atardecer culpable de aquel recuerdo y el viento con la temperatura exacta para hacerme soñar despierto. Fue agradable. Espero vuelva a pasar, quiero que pase denuevo, quiero que haya algo nuevo que te pueda enseñar... Acompáñame esta noche, desde la tarde en el medio día. Quiero soltar burbújas color atardecer y ver cómo se desvanecen en el viento.
Acompáname a descubrir algo nuevo, total, nunca sabremos qué pueda suceder al doblar la esquina en esta vida.




No me sorprende mirarte a los ojos y sonreír para saber que estás ahí. Aquí.

"No nos enseñan a vivir..., pero podemos aprender de cómo viven los demás..."



- No te muevas…

Parecía que todo el universo alrededor se contrajera en una sola cosa, una acción, en él… Su mirada fija en la pierna de su compañero, el sudor frío que atravesaba sus mejillas, la fuerza que proyectaba en sus brazos.


Era inevitable, estaba sangrando. Demasiado, la cortadura parecía más la mordedura de un maldito lobo hambriento de sangre y con sed de matar. Imparable –suspiró-.


Volteó, nuevamente, a ver su compañero, quien tenía la mirada perdida en el infinito cielo, parece como si su alma se hubiese unido a las millones de estrellas existentes. Una estrella más nació…


Es tarde, otra vez, fue su último aliento. Su amigo, amigo de toda la vida hasta el día de hoy, quedó mirando su rostro. Se acercó, el sudor gélido caía sobre los labios de su ya fallecido amigo.


No llores, no hay remedio. Cierra sus ojos, despídete de él. Mañana lo vamos a cremar.


En esa noche cuando la luz del sol visitaba las antiguas tierras y los primeros montes, se escuchó el canto de un ave que anuncia la pérdida de un ser muy amado, de su hermano, ese compañero que se encuentra una sola vez en la vida.


Más tarde, en esa misma noche, nada más se oyó. Las flamas del fuego que bailaban con el viento, parecían caballos marcando el paso contra la tierra.


Lluvia, era de esperar…, no hay mejor traidor para olvidar un recuerdo que la lluvia, se lleva los últimos rezagos de su alma, y con ella, la de su existencia. La única llama que se verá ahora será la de este cuerpo inerte dejándose devorar por el fuego…

Viento, tú que envías los mensajes a otros continentes, tus largas manos que nos acogen y azotan a tu antojo. Recoges las cenizas de este cuerpo con suavidad, como si de tu hijo fuese que lamentaras la pérdida, como si tu progenitor hubiese caído en batalla. Tú que descaradamente y con hipocresía muestras tus afectos y caricias a los vivos, recoges este polvo para llevártelo y olvidarte de él…

Agua, se dice de ti que limpias los males y curas enfermos, pero nunca se dice a dónde llegan a parar esos pesares. Tú que cuando te enfureces asciendes a los cielos para luego descargar tu ira. Tú enemiga íntima del viento, que evita tus gotas sean mortales, recibes con desprecio las cenizas que una vez fueron de un humano, un hechicero, un guerrero. Tu rival perpetuo te lanza este mal, desafiándote vulgarmente a curar ese mal. Tu desprecio recibe estas cenizas dándoles la espalda, tienes suerte de que nunca puedan apuñalarte…

Tierra, el centro de todo te consideras, sin ti no hay vida y contigo hay unión de los elementos. Que tienes la fina mezcla que agua, viento y fuego…, no eres más que una ladrona. Buscas con qué llenar y aumentar su hambre, y te vales de los demás para lograr tu objetivo. El agua, que tan buena amiga es para ti, te da sus residuos y lo que desprecia, las cenizas. No eres más que un mendigo, vives de los demás, y los demás tienen que vivir de ti…

Humano, tú..., ser que se considera perfecto e inmortal. No haces más que desperdiciar tu vida en una búsqueda sin tesoro. Tu cerrada mente no te permite ver más allá del horizonte y sentir las flores. Tú eres peor que el mendigo, pareces una ramera… crías y cuidas bien de otros para que te den de comer. Tú que recibes, sin darte cuenta, las cenizas de tu ser tan amado que utilizarás para plantar un árbol de manzanas, cuidar de él y vivir de él. Festejas y bailas por el fruto de aquel árbol todos los días, menos uno, y es el día en que lloras a ese ser amado que te dio sus cenizas para que tú, ser imperfectos y mortal, lo utilices y comas de él.



Se completa así el ciclo y se demuestra que siempre uno tiene que vivir del otro, y que otros tienen que morir para dejar vivir.