Rw a.ni tambien...

"Jajaja... ahora espera cuando los metales caigan. Dulce."




A veces el odio o la cólera llegan a mí mismo, por haber complicado las cosas, por buscar cosas complicadas. Debería tomar un descanso, tal vez, caminar por algún lado, ver Veleros zarpar del Muelle N°23 con una ligera niebla esperando por delante y unos agradables rayos de sol sobre estos.




El guante en mi mano derecha, empuñando un pequeño lápiz de carbón y las hojas de cartón blanco cayendo de la mano izquierda. Demuestran la hostilidad que puede tomar un ambiente, por hostilidad, digo, el impacto que me puede generar, tan sólo ver para sentir el sutil golpe de la Nostalgia – ¿algún recuerdo?- Quizá.






No todo es Neblina. Recuerdo haber tenido tres monedas en mi bolsillo, no recuerdo qué bolsillo, regresaba de una de mis clases de arte y al paso pude ver a un pequeño grupo de niños jugar de manera muy peculiar, en la entrada de un enorme parque (si es que se le puede decir parque). Acercándome, lentamente me quedé observando su curioso juego.


-Dos! Salieron dos! – Exclamó un niño con total certeza-


-No es cierto… - Refutó la niña al frente de él-


-Si salieron dos, ahora. Págame.


-¿Pagarte? No lo haré, no salieron dos


- Hm… qué estarán jugando. – Como siempre, yo, pensando en voz alta-


-Hormigas, sí, son hormigas! – Respondió inmediatamente la niña-


-Y perdiste, págame. – Interrumpió el niño-


-Esta bien, me gusta el juego. ¿Qué tengo que hacer?


- ¡Contar! – en un diminuto coro, que me hizo recordar una clase donde todos dijeron “No!” al mismo tiempo.


-Págame…


-Sabes que no lo haré. Además, hiciste trampa. Cómo sabes que es la misma hormiga, total, todas son iguales. Oscuras, pequeñas, rápidas…


-DOS! Salieron dos! – Claro, estaba contengo… cómo negarlo. Total, salieron dos hormigas. Pequeñas hormigas, como dice la niña “Oscuras, pequeñas y demás cosas”


-Parece que ustedes dos, chicos, se han puesto de acuerdo para que “pierda” – Exclamó, con un tono dulce de piconería, típico de niños. Peor aún, típico de mí.


-No es cierto! – el niño -


-Cierto… Cómo se llaman? Me llamo Rodrigo, soy de los que andan caminando, haciendo tonterías. Se nota que aún me falta madurar.


-Carlos


-Anet. Rodrigo, en serio te falta madurar? Pues yo creo que estas bien como estas. A mí me agrada. – en voz baja –


Seré sincero. ¿Qué es lo que dijo? Y cómo puede darse cuenta, a su edad especialmente (aunque no estaba seguro qué edad tenía, yo calculaba sus 8 o 10 años). Recordé cuando yo era niño y jugaba con unas piedras que encontraba, las ordenaba y saltaba. No recuerdo bien en qué consistía ese juego (disque para mi juego) Al final terminaba haciendo círculos e imaginando que pequeños caballos rodeaban las piedras, muchas piedritas, luego se iban o regresaban del lugar que salían. Mi mente.


Ella, Anet, tenía bonito cabello…


-Rodrigo… Rodrigo.. Rodrigoooo. Rodrigo..! – fue como si despertara –


-Oye chico, despierta. ¿Cuántas hormigas has contado para quedarte dormido?


-Cómo saben mi nombre? – pensando que todo fue un sueño, no entendía cómo podían saber mi nombre –


-Yo lo escuché, lo dijiste en voz baja, parecía como si te lo hubiesen preguntado – la niña, o como yo la conozco. Anet.


-Anet… quién es ella? Tú eres Anet?


-No, mi hermana se llamaba así, cómo lo sabes? – preguntó sorprendida y asustada –


-Espera, se llamaba? Qué pasó? – Enserio, esta vez no sabía qué pasaba –


-Ella falleció, tenía 17 años. Andaba en bicicleta y… - Parecía no soportar el recuerdo, es como si aun fuese fresco. No sabía qué hacer exactamente, quería saber más de ella pero a la vez no lo quería por no afectarla –


-Lo sé, no lo digas. Sólo que se me pasó el nombre por la cabeza. – Interrumpí de manera absurda, creo, al menos se sacó la imagen de la mente –


-Dime algo ¿Cómo la conociste?


-No creo haberlo hecho, sólo se me pasó el nombre por la mente. Claro, no es un nombre común. Pero se da la “casualidad”


-A mi me dijeron que no existen las casualidades – Yo digo lo mismo – De repente la conociste, fue hace poco cuando tuvo el accidente.


Entonces me maldije a mí mismo por ser un completo inútil en recordar nombres, rostros o la voz. No sé por qué no puedo evitarlo, pero olvido todos esos detalles de muchas personas. Son muy pocas las que no llego a olvidarme, enserio detesto eso, por más que trate de pasarlo desapercibido o “no me de cuenta”. Sólo puedo recordar con cierta “perfección” el aroma u olor de una persona. Desde niño con mi abuela me gustaba hacer eso, veo que puede servir. Siempre y cuando la persona estuviese viva y no muerta.


-A lo mejor, tal vez la conocí en alguna clase de inglés o en la Academia habré escuchado su nombre. Perdón, pero soy malo recordando nombres y rostros. Si alguna vez se ha sentado a mi lado y hubiese hablado con ella, fácil me acuerdo de su olor – Depende del olor, porque hay aromas que no me olvido por ser auténticos –


-Clara, tenemos que irnos, y aún no me pagas. Quiero comprar una galleta. – el niño –


-Ya voy, espérame.


-Ten, son tres monedas que tengo no sé si por accidente o es que me sobraron de algo que compré. Compra las galletas. A mí me encantan las galletas, en especial las de chispas de chocolate, que rico. Ya quiero probar – ya me estaba riendo, dejando de lado lo otro, en realidad quería una galleta –


-Jajaja eres lindo – me ruboricé – Ven – se acercó y me dio un abrazo o algo parecido, me acerqué a su cuello, llevaba puesto una bufanda. Cuando la olí, no pude dejar de respirar ese aroma. Era demasiado dulce, rico, no sé, agradable. No quería moverme de donde estaba para seguir disfrutando del aroma – Me gustó mucho hablar contigo.


- A mi también, otro día jugamos a lo de las hormigas sin que me quede dormido, y es raro, muy raro que pase eso.


-¡Yap! – vaya nivel de ternura que tienen a esa edad -


-Una pregunta, y has escuchado un nombre como “Carlos” – tranquilo pero esperando una respuesta ansiosamente –


-Sí, él era su mejor amigo. Ya no supe nada de él desde que ocurrió el accidente. Sabes, yo estoy muy seguro de que sí la has conocido.


-No sabes cuánto de gustaría recordarlo.


-Vamos Clara..! – una voz de mujer –


-Parece que tienes que irte, bueno, cuidate mucho. Nos vemos


-Chau chico inmaduro – en tono gracioso e inocente –


- … Vaya, vaya, vaya!


-Nadie me manda, mucho menos alguien que no conozco – y se fue riendo –


-De todos modos me hiciste caso, te fuiste. Jajá – y me comencé a reír mientras me preguntaba, Por qué me dijo “inmaduro” –


Que niña más curiosa, una forma de ser muy peculiar y agradable. Esto seguro que de haber tenido 5 años más, me hubiese gustado la idea de estar con ella. Tener más libertad para salir a caminar o comer algo, en fin, muchas cosas. Espero no cambie, será una buena persona. Y… que suerte el hombre que este con ella.


-En fin, es hora de seguir mi camino. Ya pasaron 2 horas… qué manera de pasar el tiempo. De haberme quedado con una moneda me hubiese comprado una galleta, ahora tengo hambre. Quisiera volverla a ver el día de mañana.


Cuando dormí, tuve un sueño con su hermana, no la conocía pero sabía que era ella. Me dijo que la cuidara. Increíblemente le respondo que Sí.


Fui al siguiente día, otro día, semana tras semana y meses. No la volví a ver. Y ya pasaron dos años. A veces cuando escribo me acuerdo de ella y lo único que pido es que este bien y que sea fuerte ante muchos problemas. Por dentro, también pido volverla a ver.


Lo que me preocupa más es que si llegaré a reconocerla cuando la vea de nuevo.