Nuevamente en el parque...

"Antes de empezar, la campana de una iglesia sonó nueve veces.
Ya sabía qué hacer."

09:00pm
Una gota de tinta cae de mi pluma.
Otra vez en la calle, y lo comprendo, pues esta vez no he tenido el control de mis llaves. Y no es un peligro necesariamente. No sabes dónde estás y te expones a sucesos inesperados.
Estoy sentado y me gusta el ruido como compañía. Sólo que esta vez, no hay flores amarillas ni a nadie a quién dedicárselas.

Suspiro y encuentro en mi mente un vacío. No quiero decir que me sienta solo.
Hay, existe, una idea que aún no descubro. ¿Dónde está?
A quién engaño...
Siento algo que me está llenando de dudas, ése algo que una vez pude observar y ahora quiero volver a hacerlo. Es curioso, las miradas no me engañan, pero su voz podía convencerme de otra realidad. Es peligrosa...

Ya perdí la hora, pues las campanas de la iglesia anuncian horas, no minutos.
Se me ocurrió pensar... ¿Por qué hay pocas personas que cuidan las flores?
No sólo hay que echarles agua, no sólo hay que protegerlas de mucho calor o frío.
Tienes que hablarles, también son una compañía.
Tienes que sacrificar parte de ellas para que puendan vivir, no es tan sencillo. Duele.
Tienes que hacerlas repirar nuevos aires. No pueden estar quietas, aunque sean sólo plantas.

Y me pregunto. ¿Si aparte de que no las cuidan y ni caso les hacen por qué las pisan y maltratan?
Otra vez vuelve a caer una gota de mi pluma y me quedo sin la respuesta.


-Recuerdos de Perú en una noche, 2011.-